Por el Mtro. Eduardo Grajales González
Cada 15 de mayo, Chiapas celebra el Día de la Maestra y el Maestro como un acto de gratitud hacia quienes sostienen la esperanza de miles de estudiantes en cada aula, en cada comunidad y en cada lengua. Este 2025, bajo la visión de la Nueva ERA Educativa, la figura docente se resignifica como motor de transformación social, cultural y como garante de los derechos humanos.

En esta ocasión, queremos destacar particularmente la labor de las maestras, quienes enfrentan un doble desafío con admirable entereza. Por un lado, tienen una presencia mayoritaria en la educación básica de Chiapas: son ellas quienes construyen, día con día, el tejido pedagógico de nuestras aulas. No está lejano el día en que hablemos de un rostro eminentemente femenino en el magisterio chiapaneco. Ellas dejan una huella indeleble con su labor, su conocimiento, su vocación y su sensibilidad.
Por otro lado, muchas de ellas también son madres. En sus hogares, acompañan a sus hijos e hijas, orientan, educan y forman a quienes portan la semilla del futuro. Por ello, si bien celebramos a todas y todos los docentes, en esta fecha queremos hacer una mención especial al ethos femenino que impregna la educación básica en nuestro estado. Esta dimensión es esencial para la Nueva ERA, que ha colocado a la mujer en el centro de su visión de gobierno, simbolizada en figuras como la Mujer Jaguar y la Reina Roja, referentes del poder con sentido de cuidado, dignidad y construcción colectiva.

Actualmente, 66,890 docentes de Educación Básica, 10,034 de Media Superior y 11,229 de Educación Superior sostienen, con su esfuerzo cotidiano, el derecho a aprender de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en Chiapas. En el sector público, más de 63 mil docentes de educación básica extienden su vocación hasta los rincones más apartados y vulnerables del estado, reafirmando que la educación es un derecho que no reconoce fronteras.
Algunos datos ilustran con claridad este compromiso. En la educación básica, las mujeres representan el 59% del personal docente (39,661 frente a 27,229 hombres). Este dato no solo revela una tendencia estadística, sino que evidencia el rostro femenino de la educación chiapaneca: un rostro que cuida, sostiene y transforma. Esta presencia también se expresa en los liderazgos escolares. De los 9,496 directores con grupo, el 53.5% son mujeres, liderando espacios que exigen no solo capacidad de gestión, sino también sensibilidad y compromiso. En los cargos de subdirección académica, el 60.3% está en manos de mujeres, lo que habla de un magisterio que enseña, dirige e innova con una mirada incluyente.
Lo anterior se alinea con lo expresado por el gobernador del estado, quien ha asumido la equidad de género como una convicción profunda:
“No tengo duda de que las mujeres han llegado al poder para quedarse. Y no deben irse. Chiapas no puede quedarse atrás en este cambio. Vivimos una nueva etapa en la vida pública y estamos comprometidos no solo con la transformación de las instituciones, sino también con la construcción de una democracia más equitativa.”
Sin embargo, en los niveles de Media Superior y Superior, los retos persisten. En la Media Superior, los hombres aún son mayoría (5,801 frente a 4,233 mujeres); y en el nivel Superior, los hombres prácticamente duplican a las mujeres en el sector público (3,029 frente a 1,978). Estos datos nos convocan a abrir nuevos caminos para que más mujeres lideren y participen activamente en todos los niveles del sistema educativo.
La Nueva ERA Educativa, inspirada en la filosofía del lekil kuxlejal, el lekil xchanel, el ich’el ta muk’ y el k’uxubinel, reconoce que la transformación verdadera nace en las aulas. Las maestras y los maestros son el motor de ese cambio urgente y profundo que Chiapas necesita para construir un presente más justo y un futuro más esperanzador.
En este contexto, resuenan las palabras de Rosario Castellanos, quien nos recuerda que la verdadera entrega es aquella que se da “con ojos de par en par y manos despojadas”. Así caminan las maestras y maestros de Chiapas: con la mirada abierta al otro, con las manos dispuestas a dar sin reservas, sabiendo que en cada estudiante habita la posibilidad de un Chiapas más digno, más humano y verdaderamente nuestro.