Infancias que importan: felicidad, justicia social y educación transformadora

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Mtro. Eduardo Grajales González

Cada 30 de abril, las escuelas, parques y hogares de México se llenan de color, risas y juegos para celebrar el Día de la Niña y el Niño. Es una fecha simbólica y festiva, donde se reconoce la importancia de proteger la infancia y garantizar su bienestar. El juego, la creatividad, la alegría y el afecto no son lujos: son derechos esenciales para el desarrollo integral de cualquier niña o niño. Sin embargo, detrás de esta celebración, subsisten realidades que nos obligan a mirar con atención y actuar con responsabilidad.

Muchas niñas y niños en México aún enfrentan desigualdades profundas. Las infancias con discapacidad, en situación de movilidad, que viven en pobreza o en comunidades indígenas, continúan encontrando barreras para ejercer plenamente sus derechos. No basta con celebrar su día: debemos construir condiciones que les permitan vivir con dignidad, acceder a una educación de calidad, recibir atención médica oportuna y crecer libres de violencia y discriminación.

En Chiapas, estas preocupaciones han sido tomadas con seriedad desde el gobierno encabezado por el Dr. Eduardo Ramírez Aguilar, quien ha planteado una política educativa con rostro humano, centrada en los principios del Humanismo que Transforma. Esta visión se traduce en acciones concretas: programas como Chiapas Puede, que impulsa la alfabetización en las comunidades más rezagadas; modelos educativos con enfoque intercultural, que reconocen las lenguas y culturas originarias; y una gestión educativa basada en datos para tomar decisiones más justas y efectivas.

Durante el ciclo escolar 2024-2025, más de 786 mil niñas y niños forman parte del sistema educativo estatal. De estos, 287,544 están en preescolar y más de 32 mil reciben atención en la etapa de primera infancia. Además, gracias al trabajo coordinado entre instituciones, se ha logrado reducir el abandono escolar en primaria de 1.22% en 2019 a 0.55% en 2024, y aumentar la aprobación de 98.18% a 99.03% en el mismo periodo. Estos logros no son solo cifras: representan infancias que permanecen en las aulas, que aprenden, que encuentran oportunidades donde antes había abandono.

Otro dato relevante es la pluralidad que caracteriza al sistema educativo de Chiapas: para el ciclo 2025-2026, se preinscribieron niñas y niños que hablan 22 lenguas maternas en preescolar y 13 en primaria, provenientes de más de 30 nacionalidades. Esta diversidad, lejos de ser un obstáculo, es una oportunidad para consolidar un modelo educativo más justo, respetuoso y pertinente. Un modelo que no impone, sino que dialoga; que no homogeniza, sino que reconoce y valora.

La Subsecretaría de Planeación Educativa ha asumido un papel activo en esta transformación, impulsando el uso estratégico de la información para mejorar la toma de decisiones, fortaleciendo las políticas de inclusión, y generando espacios de participación con las comunidades. La educación no es solo un servicio: es un proceso social que debe estar al servicio de las personas y de sus territorios. Hoy, al celebrar el Día de la Niña y el Niño, renovamos nuestro compromiso con cada infancia en Chiapas. Porque no se trata solo de dar juguetes o realizar actos simbólicos: se trata de construir condiciones reales de bienestar. Soñar, jugar, aprender y crecer con seguridad debe ser una posibilidad para todas y todos, sin importar su origen, su lengua, su condición social o su lugar de residencia. Las infancias importan, no solo porque son el futuro, sino porque son el presente. Y construir un presente justo para ellas es la base de una sociedad más equitativa, más humana y más transformadora.

Con la colaboración de Raúl Vázquez y Carlos Magno Guillén

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